octubre 16, 2025

El Idiario de Romy

Por Romy Rodríguez Castillo

Querido lector, en algún momento de la vida a escuchado “caminando por el desierto”, y cuando se habla de desierto de inmediato lo relacionamos con arena, frío, sin agua, seco, calor, mucho sol y poca vegetación.
Pero ¿Qué es un desierto?
El desierto es un área de tierra extremadamente seca y con escasas precipitaciones.
En el mundo entero se encuentra este tipo de tierra, y quizás, muchas personas han tenido que pasar por el desierto como turistas, o para llegar a un destino que solo por allí se puede cruzar.
Los desiertos se caracterizan por recibir escasas lluvias al año, lo que dificulta la supervivencia de los seres vivos.
Todo ello, tiene mucha información que es agradable conocer; sin embrago, hablar del desierto espiritual es vivir circunstancias y situaciones difíciles ante la vida.

La Biblia nos habla en este versículo
Oseas 13:5
“Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”
Muchos tenemos que pasar por el desierto literal, para vivir y experimentar qué hay un río de agua viva, una fuente de agua que te da lo mejor, que te cambia, te transforma, te reverdece y se llama «Cristo Jesús».
A pesar de las adversidades que puedas padecer, el desierto nos invita a considerar la historia del pueblo de Israel, quiénes tuvieron que atravesar el desierto durante 40 años antes de entrar en la Tierra Prometida. Allí, en medio de la aridez, las dificultades, el hambre, el frío, el sol, aprendieron grandes lecciones valiosas y experimentaron la grandeza, el amor y la fidelidad de un Dios poderoso. Así, tú y yo podemos estar cruzando el desierto, pero Dios nunca nos va abandonar, lo hizo con los israelitas y también lo hará con nosotros, créelo.

El desierto (la enfermedad, la escasez, los problemas de todo tipo) son un lugar de prueba, pero también de crecimiento espiritual.
Abraham, Lot, el mismo Hijo de Dios, Jesús, pasaron por el desierto, y experimentaron momentos de soledad, angustia, pero es allí en medio del desierto donde encuentras la presencia de Dios de una manera especial.
Donde la gracia y el favor de Dios te sostendrá para cruzar el desierto, por grande y fuerte que sea.
Lucas 4:1-2 nos dice: “Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.”
Jesús fue tentado en medio del desierto por el diablo, y no una vez sino varias veces, sin comer, y posiblemente sin tomar agua y sin dormir, no cesó, no bajo la guardia.
Jesús era burlado por el mismo diablo, soportó, aguantó, pero sobre todo sabía quién era como hijo de Dios.
Salimos 23:4
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”
Jesús tomó aliento, fortaleza; que el diablo tuvo que irse porque no pudo con el hijo de Dios.
Hoy en día puede que estés viviendo un desierto, pero Dios te dice:
Yo estoy contigo, cuido de ti en todo tiempo y en todo lugar.
Isaías 43:19 nos dice:
“He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”
Así como Dios guio y sustentó al pueblo de Israel en el desierto, mantuvo a Jesús fuerte, también está presente en nuestras vidas, llevándonos de la mano en cada paso del camino.
Ánimo, Dios es fiel y nunca nos va fallar.
Atrévete a dar pasos de fe, aunque no veas el final del desierto.
Jeremías 29:11
“Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo”.
Dios te bendiga

romysat@hotmail.com

2 comentarios en «Caminando por el desierto.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *